Entradilla

Alas, plumas, fantasía, ganas de volar y de volver a mi planeta...

domingo, 22 de diciembre de 2013

LOS AUTISTAS DEL ROCK


Play: Nothing else matters. Metallica.

_ De pequeños iban de la mano a todas partes. Eran unos niños de apenas dos años que casi no se mantenían en pie aún por efecto del tamaño de sus cabezas en proporción al de sus piernecitas, así que, en cuanto cada uno salía de su casa, una frente a la otra, se agarraban de la mano y, entonces, ya podían comenzar el camino.
Con diez años, la excusa era que, como Ágata era más alta y corpulenta que el diminuto Pepe, ella debía asegurarse de que él llegara sano y salvo al colegio, así que, imitando a su madre, cogía de la mano a Pepe y no le soltaba hasta que se sentaban en sus pupitres.
Con dieciséis años, cuando todos pensaban que pronto se soltarían y empezarían a ir cada uno por su lado, empezaron a competir. Se pasaban el día cantando por la calle, en bajito, para no llamar la atención de un  público desconocido y que daba miedo a los adolescentes. Por esa razón, siempre iban de la mano, debían oírse el uno al otro todo el tiempo y mantener el ritmo y la altura del paso.

_ Bueno, pero ¿qué les hizo acabar como han acabado?_ interrumpió el comisario Varguitas con impaciencia.

Varguitas era un tipo alto y fino, con el aspecto normal de los obsesivos compulsivos, con la corbata siempre perfecta y el flequillo atormentado hacia un lado de la frente.

La señorita Lulú des Charnes, vecina y profesora de francés de Ágata y Pepe, no dejaba de mirar un espejo que había frente a ella, a las espaldas del Comisario. La anciana recordaba sus pelos negros y brillantes, los de verdad que antes tenía en lugar de esa peluca demasiado gruesa para su carita vacía y arrugada.
_ Sé que hice mal en animarles sin asegurarme antes de lo que tenían en el corazón y en la cabeza._ continuó relatando la vieja._ Ágata era tan dulce, una niña preciosa ¿se han dado cuenta? Y Pepe, qué gran voz, aunque tuviera ese cuerpo tan pequeño. Yo soy su profesora de francés en el instituto y, como no atendían a las clases, siempre canturreando y entonando… Un día les descubrí sincronizando unos diapasones en su teléfono móvil. Estaba muy preocupada por ellos.
Cuando yo era joven, cantaba en este local ¿saben?_ dijo dirigiéndose esta vez a los agentes Brutus y Anabí que estaban revolviendo el lugar para encontrar las gafas de la víctima.

Anabí tenía buen instinto para reconstruir lanzamientos y caídas de objetos, así que Brutus, grande pero ágil, la seguía a todas partes e intentaba llegar a donde la pequeña agente no alcanzaba.

La vieja continuó hablando.
_ Yo hablé con el dueño del local para que les permitiera venir a cantar alguna noche, sus padres parecieron encantados con la idea.
En sólo unas pocas actuaciones arrasaron, empezó a venir mucho público de todas partes de Madrid a verles y oírles cantar a los dos cogidos de la mano, aunque ellos seguían ajenos a todo. Activaban sus malditos diapasones y comenzaban a tararear. Su música era como un canturreo, no usaban instrumento alguno más que sus cuerdas vocales. Todos les llamaban Los autistas del rock.

_ Señora, todo eso nos lo puede contar en comisaría delante de una cámara, es muy difícil escribirlo con buena letra _ recriminó Varguitas.

La pequeña Anabí se rió con un cierto desprecio y susurró a Brutus:
_ Jodido maniático ¡la vida por un renglón recto! _ rieron los dos agentes mientras seguían levantado mesas y sillas en la sala de conciertos.

_ ¡Anabí, deja de buscar! _ gritó Brutus orgulloso de su hazaña_ ¡lo he encontrado por fin!

_ No lo toques Brutus, necesito ver dónde ha caído y en qué posición.

Brutus obedeció. Era un hombre simple, pero muy noble y admiraba a su compañera casi con candor, le parecía una especie de magia su talento sobrehumano.

_ Comisario, _ dijo la pequeña inquisidora _ por lo que hemos averiguado hasta ahora, Pepe y Ágata se debieron poner como locos cuando el muchacho, la víctima, saltó al escenario y les separó las manos. Hubo un gran follón ahí arriba. En la grabación de los móviles del público, se oyen gritos y los micrófonos y demás cosas del escenario están destrozados. Hemos encontrado las gafas del chico espontáneo debajo de esta mesa, debieron quitárselas entre los dos y lanzarlas juntos, por eso ni se rompieron ni llegaron demasiado lejos, fue un movimiento torpe.

_ ¡Dios mío!_ gritó Lulú, mirando fijamente el espejo, aterrorizada _ No dejaban de gritar a los oídos de ese pobre chico, cada uno a un lado mientras sujetaban sus manos contra el suelo. Todos se acercaban y les tiraban cosas para que lo soltaran, pero no se podía estar mucho tiempo junto a ellos. ¡Esos gritos eran horribles! ¿Cuándo podré tomar un analgésico, Comisario?


_ Pronto, señora. Vamos a llevarla a su casa y mañana seguiremos hablando en comisaría ¿de acuerdo?

ÉL, YO Y ELEYO

A la hora de la comida, la Corporación Eleyo queda desierta. Los despachos se vacían y de los cubículos del personal administrativo sólo sale algo de luz de alguna pantalla de ordenador en reposo.
Por el contrario, los restaurantes de alrededor rebosan humanidad latente. En las puertas se forman mareas de un animalario desatado que juega a la libertad por una hora, la de la comida.
Eleyo es una empresa educada. Se tendría que negociar mucho para acordar llamarla respetuosa o correcta y,  aun habiendo llegado a esa concordia, la mente habría de asumirla sólo superficialmente, sin acoplarla al córtex.
El origen de la corporación es bastante común si pensamos en las grandes empresas españolas. En 1927 un bienintencionado heredero redactó el libro de estilo de lo que sería su nueva empresa y, aunque entonces no decía nada sobre buen vestir,  sí asentaba las bases del sometimiento que se hizo más grosero o más sutil según el momento histórico en que fijemos la foto.
Con el paso del tiempo, ese hogar decente para familias cristianas que fue la Corporación, por el puro vicio que provoca el poder indiscriminado, aunque sea dentro de ese amplio margen que ofrece lo políticamente correcto, se ha convertido en un vecindario cerrado y cruel, que obtiene eficacia al ritmo represivo de la vergüenza.
Cuando Yago y yo hicimos las pruebas de acceso en enero de 2007, recién salidos de la facultad de psicología, sólo tuvimos que mostrar, sin poner intención, que teníamos un sentido de la familia muy digno. Luego, con el paso de los meses, nos dimos cuenta de que estas emotividades, sólo te habilitan para personal de cubículo y que, llegar a despacho o puesto intermedio, sólo depende de lo cerca que estés de la obra de la iglesia o del ejército.
En este escenario imperativo, Yago y yo formamos un buen equipo, nos compensamos. Él es noble, sus fines en la vida se desarrollan fuera de la corporación y, aun siendo discreto en su desinterés táctico, prefiere estar al margen del espectáculo político. Este carácter suyo tan paciente y protector le hace un buen profesor para los jefes nuevos que vienen a ocupar los despachos.
Yo, por el contrario, soy, no sé, superficial, ambicioso, provocador, si tengo objetivos en la vida, lo son en high definition. No es que tenga orgullo, creo, pero sé aparentar afección.
Y así, mientras Yago cumple sus labores de padre, yo me encargo de vendernos.
_ Oscar, ¿pasaste el informe de producción que pedía el jefe?
_ Sí, está pasado. Este mes bajamos producción, pero he dejado claro que es porque han subido los precios, no porque los productos no interesen. ¡Yago, pásame algún papel que viene el jefe!_ Normalmente hablamos depié junto a los escritorios, que están separados por unos tabiques de madera de más de metro y medio de alto.
_ Joer, Oscar, siempre con tus teatros. Me incomodas, tío.
_ Tú hazme caso y pásame algún papel y asiente con la cabeza, que nos está mirando._ Yago siempre termina haciéndome caso, sabe que así le quito de encima ciertas tareas de confraternización que le aburren.
_ A ver equipo ¿cómo va ese proyecto?
_ ¿Cuál jefe?_ le digo yo_ tenemos siete en proceso.
_ Óscar, el que tú y yo sabemos, el importante._ No quiere dar más detalle por si no atina, así que guiña el ojo de forma muy poco natural, buscando mi complicidad.
_ ¡Ah! El Gran Proyecto. Precisamente Yago me estaba pasando una copia en blanco y negro de los últimos análisis de comportamiento de los usuarios que hemos elaborado. Me estaba explicando algunos puntos sobre las implicaciones del… producto 9  en un entorno de múltiple elección del consumidor.
_ Ya, ya, ya, Oscar. No sigas. Pasadme lo que sea antes de iros a casa. Lo quiero todo en mi mesa impreso a color, como siempre.
Cuando el jefe se aleja, atravesando la sala hasta su despacho, deja una estela de vacío perceptible, es como una sensación de "nadiedad" que da tristeza. A Yago no le gusta que le tomemos el pelo, aunque yo le explico cada vez, que es supervivencia y que el jefe no siente nada, está anestesiado por su propia ambición y cegado por las exigencias de la Corporación.
Cada año tenemos que dirigir el están en la feria de comerciales del sector. En estas ocasiones en que hay que hablar en público, el jefe siempre delega en nosotros. Yo digo que esto es porque teme que le pregunten algo del negocio, pero Yago opina que quiere que adquiramos experiencia en la comunicación y que experimentemos en primera persona el contacto con el público.
_ De acuerdo, jefe, dejaremos el pabellón bien alto.
_ Ya, Oscar, pero antes de nada mándame la presentación de los productos que vais a promocionar con las características. Quiere verlos el gran jefe.
_ Claro, claro, por supuesto, jefe. La tendrás en tu mesa antes de que Yago y yo nos vayamos, impresos en color, como siempre.
En las ferias tenemos un deber fundamental, transmitir la imagen familiar y conservadora de la Corporación.
Antes del gran día, todos los compañeros hacen sus peticiones: "no digáis nada de la contabilidad, que eso luego se retransmite por la televisión"; "y a los periodistas ni agua": "seguro que este año también van los panchitos esos, cuidado y no digáis nada cerca de ellos, si quieren nuestro mercado, que lo trabajen como hacemos nosotros".
Las ferias son un gran acontecimiento para la oficina. Saca el orgullo colectivo y tribal por la empresa de la plantilla y algunos compañeros, llevados por ese instinto de turba institucionalizada, fruto de la antigüedad en la corporación, se olvidan incluso de las buenas maneras y la corrección cívica. Pero no importa. En el libro de estilo de nuestro amado fundador, no se impone el respeto a la competencia.
Cuando volvemos de las ferias, repartimos el botín. Otro gran momento en el día a día de la planta. Además de los detalles promocionales de Eleyo, bolígrafos, cuadernos, caramelos, que nos han sobrado, traemos con nosotros los frutos de las relaciones comerciales que hemos mantenido con otras empresas.
El primero en exigir su parte es siempre el jefe.
_ Bueno chicos_ creo que no recuerda nuestros nombres_ ya sabéis que no está bien visto que os quedéis con los detalles promocionales de la feria. Traed las cosas que hayan sobrado, etc._ siempre lo incómodo es "etc."_ y vamos a repartirlo a la oficina_ el vamos es él, y Yago le agradece liberarle del compromiso de ir al resto de despachos primero.
_ Yago y yo necesitamos algunas cosas que llevan las referencias de posibles proveedores interesantes.
_ Por supuesto, Oscar, coge lo que necesites y hazme un informe sobre esas empresas interesantes.

Este año Yago y yo, tendremos bolígrafos también. Ciertamente, formamos un buen equipo.

martes, 12 de noviembre de 2013

CUENTO DE GÁRGOLAS V. UNA AVENTURA POR ENTREGAS. PARTE 2

Un flujo supersónico que encuentra un obstáculo, se somete a una doble transición. Primero forma un choque de paro, en la que el fluido abruptante se desacelera a una velocidad menor que la del sonido, mientras que su densidad se incrementa…

Play: Space oddity. David Bowie. (No he podido resistirme)


Para el guardia sólo era una simple mujer, pero muy alta. Así se presentó la gárgola en la estación espacial de Dubái, vestido con un burka.

Cuando entró en las instalaciones, finalmente se despojó de aquella manta zamorana de color negro que, como poco, le había proporcionado un final de viaje sin contratiempos. Con su parsimonia habitual, se fue despojando de tanta tela.

Primero la cara. Tras el antifaz se dejó ver un rostro de lagarto salvaje con babas espesas y elásticas que olían a podrido y se enredaban al rededor de unos colmillos enormes.

Después el resto de la cabeza pelona y un cuello musculoso como una columna salomónica llena de escamas del color gris del meteorito con que se esculpió.

Para cuando el lagarto se desenrolló la túnica, un corro de científicos en éxtasis se había ya formado a su alrededor. Todos deseaban saber más de aquel semihombre que había salido de lo alto de la bóveda de la catedral de Burgos y ahora iba a ser enviado al rescate del Voyager II, al otro lado de la heliosfera.

RETRATO 2

Su viaje a París no fue precisamente romántico, pero no podía pedir más después de todo. Román, con su sonrisa perfecta, le prometió fama y fortuna. Ella sabía que en su pueblo todas las chicas eran más guapas. Por ejemplo Olga, que tenía las caderas anchas y la cara redonda. Estaba preciosa el día que le presentó a su novio español, el que le pagó la universidad.

Esto lo pesaba ahora que con tanto tiempo libre para recordar y analizar los errores de aquélla época, era capaz de ver que no hubo nada de afortunado en aquel viaje. Y mirando la postal que guardaba en la mesilla junto con su ropa interior de algodón penitenciario, dudaba. Quizá el inicio de todo fue el día en que comenzó a odiar a su madre en secreto.

Tenía ocho años y llevaban meses preparándola para la ceremonia. Su madre y sus abuelos estaban tan orgullosos de ella... Todos le recordaban lo importante que era, era su día, aquel por el que pasaban todas las mujeres que respetan la tradición. Recordaba esto y volvía a compararse con Olga, sus padres no consintieron lo que le hicieron a ella.

El día esperado, la metieron en una habitación abarrotada. Todo era agobiante. Las mujeres de la familia sujetaban sus piernas abiertas demasiado fuerte, le hacían daño. Una vieja sucia se acercó con la cuchilla negra. Todo apestaba hasta que se desmayó entre lágrimas. Recuerda haber gritado el nombre de Olga y después murió por un tiempo precioso, así, sólo porque no pudo impedirlo.

En la cárcel pensaba que, de haber podido elegir, habría matado a su madre y no a aquel que la engañó y la llevó a otro país a padecer dolor a cambio de dinero…

Y después del dolor y la venganza, este olor a desinfectante químico en la celda que al cabo de los días, se volvía rancio y le recordaba al de aquella habitación sangrienta.


Cuando no soportaba más los recuerdos y el aroma pestilente, se relajaba pensando en si hubiera podido elegir… Luego tomaba una barra de cacao del bolsillo y se impregnaba los labios para matar el olor, o se daba una ducha de agua fría buscando una solución para esos sentimientos, dejándoles un espacio en su mente para la eternidad de su condena.

RETRATO 1

Se llamaba Andrés y vivía en Móstoles. Su rareza consistía en aparentar un típico joven americanizado al estilo de las series de televisión. No parecía tener más responsabilidades en la vida que parecer bello e invulnerable, un poco patoso, gracioso y heroico, más inteligente que nadie y cuidadamente sensible. Se diría que ensayaba ante el espejo cada mañana el trozo de rol que mostraría ese día.

Siendo estos sus objetivos inmediatos durante sus primeras décadas, el destino le recompensó con bastante contundencia durante su mediana edad. Si miramos su futuro, dentro de treinta años encontraremos a un hombre soltero, sin hijos, mantenido por una pensión y una enfermera que le mira como si él mismo fuera su propia cuadriplejia.


Al morir dispondrá su tumba: “Así valoró en su juventud que podía con aquel coche y desperdició su vida, pero qué sonrisa más cara tuvo”.

martes, 29 de octubre de 2013

CUENTO DE GÁRGOLAS V. UNA AVENTURA POR ENTREGAS

Huelga advertir lo fulminante que se muestra la falta de tiempo para el escritor frustrado o para la escritora que, inexperta en esta vida, se halla en estos momentos ante el debate fundamental de lograr algo en la vida consumiendo lo poco de libre que esta le deja, y no dejar pasar la ocasión de meter mano al cómplice que amablemente la aguanta y acaricia sin pedir nada a cambio.
Descargada si se quiere mi anterior premisa y precaución, espero que esta pequeña parte de un todo que ahora les dirijo no llegue demasiado tarde y que la continuación pueda estar en tiempo y hora.

Play: Perfect Gentlemen. Helloween.


PRIMERA PARTE.

Sin embargo, algunas cautelas deben ser observadas. Primero, la presión de balanceo solamente puede venir de los plasmas interestelares, de partículas cargadas en el espacio interestelar y de los campos magnéticos que los acompañan...

En la estación sólo estaban Arlanzón, la gárgola, el Perro sarnoso de la cornisa de la Catedral de Burgs, y aquellos dos hombres, seres humanos por lo visto, que le miraban como si quisieran pasar desapercibidos en presencia de un fantasma. 
Uno de ellos, el más bajito, iba vestido con una camisa gigante de cuadros enormes. A través de sus gafas de cristal grueso, miraba al Perro con un gesto extraño. Evidentemente, aquellas monturas pesaban demasiado para su naricilla aguileña y por eso forzaba el gesto formando una risa falsa, o una mueca de canino furioso. Arlanzón estuvo a punto de ladrarle, pero su misión era más importante que una pelea de chuchos.
El otro parroquiano del andén era un tipo blando, parecía que se vertía sobre el suelo de la estación. Sus piernas cortas y su torso amplio le recordaban los perros de las calles que veía desde la cornisa de la catedral. Cuando la Dama veía uno de esos animales paseando con su amo, en seguida exigía una correa para simularse andando con su perrito faldero.
Todo estaba tranquilo hasta que se anunció a llegada del convoy que lo llevaría a Barajas. Acostumbrado a los sermones amplificados por muros de piedra, el dragón se sorprendió mucho cuando escuchó por primera vez, cuando Lucía le trajo a Madrid, la locución que anunciaba cada estación de tren. Su primera reacción, como animal hecho al instinto, fue dar gracias a aquella diosa pragmática y racional que no embellecía demasiado su oratoria.

domingo, 1 de septiembre de 2013

DIARIO DE GÁRGOLAS

Eres justo así, tan ajeno que haces más difícil el lunes por la mañana. Pero no hay pena, la semana transcurre con la inercia del domingo a mediodía, tan caliente, tan sabroso.
Mi piel ya no es blanda, huele a escamas de piedra cortante. Una noche, las manos me convirtieron en lagarto inmóvil y la sangre que me sonrosaba se heló por pura ambición. ¿Y quién diría que esta dureza de estatua ajena sería tan buena?
Me dices “mi luna” y yo soy un cráter helado que necesita el calor que provocas. Y así da gusto, buscar el frío y la recompensa. Ya no se escapa nada entre la piel y la pluma petrificada.


Fragmento del poema de Poe "El cuervo"

Hoy parece que todo se aleja de mí y por eso pierdo el contorno, me ilimito. Todos se vuelven extraños e incómodos. La vida sigue y yo no soy un material afectado por ella, mi sustancia se le escapa.
Sólo El Perro sabe lo que digo, los otros no perciben el cambio de polaridad que sufren, supongo que él y yo nunca fuimos de este mundo.

¿Dónde está El Sabueso con quien puedo andar sobre los tejados? 
Los cuerpos al final son como piezas de puzle, se continúan y se acaban unos a otros porque el espacio es limitado y necesitamos una razón para compartirlo. Ahora mi razón está lejos y mi contorno ya no se limita, se difumina y no hay suficiente sitio en el espacio para mí, la física no consigue explicarme. Mis plumas se vuelven vapor y ya no cortan.

domingo, 23 de junio de 2013

CUENTO DE GÁRGOLAS IV. MATERIA PRIMA

La cabeza es traicionera. Muchos filósofos han pensado sobre las falsas percepciones y han construido teorías para evitar su propio engaño.
Ahora el escultor, traicionado por la visión de un cuerpo de arrodillado, sentía el orgullo de artista impresionado por su propia obra y creía que una cabeza mística debía pertenecer a su bestia.
Denominó a su nuevo sentimiento creativo “tiempo real” y dejó engañarse a su mente con la impresión de originalidad.



La operación estaba saliendo muy bien. El cirujano, más que satisfecho, nunca había imaginado que pudiera trabajar con un trozo de piedra tan evidentemente humano y, a la vez, una materia prima tan apropiada para la cabeza de un dragón de aliento tóxico y mandíbula temible.
Deseaba tallar el rostro de la gárgola sobre un meteorito sin traslucir la porosidad de su matriz, respetando la consistencia y acumulación de controlitos que serían como neuronas vivas.
La cabeza de Arlanzón finalmente se fabricó con una enorme condrita primitiva desequilibrada, cómo si no, un meteorito recién cosechado a la orilla de un mar tras la contemplación de unas Líridas muy activas. Sacada de aquel líquido amniótico, fue perfecta para soportar los rasgos de la bestia, su humor, su furia, su humildad y su empatía.
Y hoy, a pesar de toda aquella devoción constructiva, la sustancia pétrea, a base de malos tratos, tenía mucha humanidad atrofiada. Algunos surcos se habían formado alrededor de los ojos por efecto no sólo de la lluvia y el viento, sino también por la impresión del mundo, que veía en él un monstruo y no una cabeza cósmica.

domingo, 28 de abril de 2013

UN HOGAR

La felicidad es una ficción. No hay norma capaz de evaluar la moral de la ignorancia que nos aliena de esa forma positiva. No es que todo sea verde y abundante, es que, a falta de lluvia y crecimiento, los almendros y la primavera deberán ser suficientes, y el cerebro, por efecto de lo estético e inútil, se vuelve panorámico y limita su percepción al paisaje inmediato quitando posibilidades a la fortuna.
No obstante, que ser feliz sea un acto egoísta de supervivencia, no exime. Somos muchos y todos igual de limitados.

domingo, 31 de marzo de 2013

DISPERSIÓN


Se olvidó la piel de espiga que bajo el agua de la ducha perdía su propiedad aprehensiva, se distraía. Cada pluma generaba un pensamiento propio y, de repente, todas a la vez se contagiaron el concepto de tejer una piel hidrófoba que podía sobrenadarlo todo. Tan contundentes fueron los nudos, que las manos del amigo tocaron escamas tersas, brillantes, que proyectaban luz negra. Eclipse sólo tenía instinto de sierpe y Arlanzón de compañero acogedor, sus manos de piedra adquirieron calor propio y consistencia carnosa. Fue un buen trato para el dragón, incapaz hasta entonces de generar su propio calor.


Play: At last. Etta James.



Je ne peux pas rencontrer mon esprit
Je ne vois pas mon aujourd’hui
Je ne sais pas comme travailler aujourd’hui
Je suis en train de mourir pour la vie
Je ne connais pas la vie
He vuelto a bailar bajo el agua
Y la vida que se quedaba para siempre
Se ha marchado por un momento
He cantado coros a la vida
Cuando el mundo gritaba para mí
El mundo ha perdido ante mi voz
Ante mis cantos de sirena perfecta
Soy sirena junto al agua
Bailo docenas de ritmos
Hoy mi parte de sirena olvidó la gravedad
Mi parte de sirena perfecta volvió
Y volví a bailar los ritmos de la lluvia
Y canté los coros de las sirenas perversas
Y volví a los malos pensamientos
Con el ritmo de las olas del pasado
Mi sirena perfecta ha vivido hoy
Ha bailado bajo el agua controlada
Mi parte de sirena excitada
Se ha marchado con la espuma
Mi sirena perfecta
Elle peut danser sous la chute de la lumière
Elle peut danser sous l’arrivée de l’eau
Elle sait penser avec le rythme du sexe
Elle connaît le droit de la physique
Elle dansera par toute la vie de l’humanité

sábado, 9 de marzo de 2013

CUENTO DE GÁRGOLAS III

Play: All right now. Free


Nadie sabría nunca que Lucía había ido a Burgos a cerrar la última herida que dejaba salir algo de sí misma al exterior. Después de haber perdido la esperanza y la paciencia junto a todo aquel tiempo pasado, quedaría al margen del mundo y sería una simple observadora. 

Pero lo improvisado de la fantasía, llamémoslo casualidad, hizo que ella, una pequeña nada en la historia, encontrara a la bestia y la liberara. Fue responsable de que Arlanzón caminara entre los hombres y mujeres de los que había decidido apartarse. 

Cuando salieron de la catedral, el Perro se inclinó y la miro a los ojos. Su cara de lagarto parecía sonreír eternamente. Aquéllas fauces húmedas y fibrosas dejaban salir la lengua que los reptiles usan para olisquear el aire buscando presas. Levantó una mano, le agarró un mechón grande de pelo y tiró de él con la fuerza necesaria para que Lucía casi pegara su oreja al hombro. Ella no se quejó, parecía una autómata, una marioneta con la mirada fija y gris.

Después de un rato, Arlanzón se cansó de su juguete, la golpeó con el dedo en la frente y se dio media vuelta. Caminaba hacia el río como un adolescente perezoso y Lucía le siguió, al fin y al cabo, hubiera sido más raro volver al hotel sin más. 

Y así, ¿casualidad de nuevo, tal vez? a cada paso, casi sin darse cuenta, ella fue un momento más joven, en su pelo había una cana menos, de su cara desaparecía una arruga por cada metro recorrido y a su mente volvían las dudas y la curiosidad de antes. 

_ ¿Y ahora qué?_ pensaba_ ¿le digo que venga conmigo a Madrid? ¿Qué comerá? ¿Moscas? ¿Es animal o humano? ¿Debo censarle o vacunarle?

jueves, 21 de febrero de 2013

ROCK DEL AUTOBÚS


Play: You sexy thing. Hot chocolate


You sexy thing, y por eso creo en los milagros.
¿Qué más puedo decir? Hoy la vida me supera.
Te pones nervioso, pero sólo miras mi reflejo
aún no has visto mis alas abiertas.
Quisiera quitarme una pluma del costado para escribir esto.
Me calientas la sangre, nene,
así que debo creer en los milagros.
Miras mi reflejo y te pones nervioso,
esto suena a sexy thing y a milagro
y a termómetro hábil y a primavera fría.
Querría cerrar los ojos,
pero tu tensión me inquieta, nene,
como el rock, because I believe in miracles
y en trompetas las noches de luna llena
y en serenatas con olor a flores húmedas.

domingo, 10 de febrero de 2013

ENTREMÉS DE GÁRGOLAS


Play: King of the road. Dean Martin


El rey de la calle lo llamaban, Arlanzón, Perro Sarnoso, el furioso dragón del tejado caminaba como si aún se deslizara entre las llamas góticas de la catedral.
Mientras se perdía por la ciudad recordaba su bitácora de capitán canalla, escrita en letras rojas:
“Día 21 de mayo de 2084, el viento es incoloro y huele a mar, mañana aterrizamos en la costa de Normandía donde nos espera ella. No le gusta la humedad en las plumas, pero la misión es importante.”
Esa noche ella se fue a la cama escuchando Bossa Nova, con el corazón ligero y el cerebro flotando como la aguja en la brújula, de hecho, señalaba el norte por puro instinto, ya no sentía tierra bajo sus pies. Todo el día había estado volando y, por la mañana, le esperaba el reencuentro con la bestia, que le enseñó a estirar las alas y sentirse confortable en el vacío.
_ Esa gota minúscula contiene todas las combinaciones posibles de todas las fórmulas físicas sobre procesos afectados por el tiempo_ le informaron por radio antes de salir.  Buscaban una gota que echar en un vaso de agua para, junto con dos que ya llevaba Lucía encima, crear una célula predictiva ¿se imagina?
Las de Lucía, contenían todos los acontecimientos históricos del planeta, con cada uno de los hechos de cada día, desde sucesos como el ascenso al poder de Hitler en 1933, hasta la injusticia que sintió Gema Moreno en 1986. Todo podía ser importante, como postuló Asimov a través de Hari Seldon, o como decían algunos leguleyos de siglos anteriores “la causa de la causa es la causa del mal causado” y, aunque no tenía razón práctica, ¿acaso no suena realista?
Se esperaba que fusionando las tres gotas, matemáticas y hechos empíricos del pasado humano, y propiciando químicamente el surgimiento de una sustancia viable, se pudiera obtener cadenas de ADN espontáneas que traducir al código binario común. ¡Esa información podría servir para predecir científicamente  el futuro!

En fin, la gota que buscaban debía tener un aspecto peculiar, o eso esperaba El Perro, si no, qué sentido tendría aquella misión. Sólo había que ver todos los fluidos que había en el planeta, en cada río, lago, océanos o lágrimas. Debía ser peculiar, si no, sólo cabía el fracaso.
Lo más difícil fue empezar. Lucía tenía las alas en forma, pero tampoco era un superhéroe de esos que pueden leer el pensamiento de la humanidad y localizar al ser que tuviera la idea que necesitaban. Arlanzón, sin embargo, sí tenía un olfato extraordinario, así que se le ocurrió que debían alejarse del mar y esperar que lloviera, si olía una gota distinta, tendrían alguna pista para empezar.
Desde que inventaron la forma de insertar información en secuencias biológicas y dejaron a esas sustancias contenedoras fluir naturalmente para uso de la humanidad de todos los tiempos, todo era tan aleatorio e impredecible como la propia fantasía. El Rey de la calle se puso en marcha. Con su lengua bífida paladeó el ambiente y determinó que la lluvia más próxima y alejada del mar, estaba a 2 días corriendo a cuatro patas. Viajarían al sur hasta encontrarse en un punto a igual distancia del país de Galileo, el de Newton y los premios Nobel a la vez, algo propicio.
Así fue como Lucía y su compañero se pusieron en camino alejándose del molesto salitre que le entumecía las alas. En tierra era torpe, siempre golpeándose con todo y perdiendo las cosas entre las manos, pero en vuelo, vencía las tormentas como si fueran simples brisas en una primavera normal. Era como una bailarina sobre hielo.

Dos días más tarde se encontraron en un campo abierto repleto de manzanos. El Perro dijo a Lucía:
_ Hemos llegado tarde, querida_ el lagarto sonrió al vacío mostrando sus dientes pastosos y amarillos.
_ Quizá no, cielito. Esa gota debe estar en alguna de estas manzanas tan jugosas.

Lucía acarició la frente escamosa de la gárgola mientras aterrizaba con una parsimonia que irritaría a cualquier lector con curiosidad por el final de esta historia.
Al contacto de la mano de ella el viejo dragón aflojó todos los músculos de su enorme cuerpo y se quedó paralizado, con los ojos cerrados como un lagarto tomando el sol.
_ Vamos, cariño, demos un paseo entre los árboles_ le dijo ella_ Tengo hambre y estas manzanas parecen maduras.

Durante el paseo, Lucía y Arlanzón recordaron historias antiguas. Llevaban juntos más de cincuenta años ya.
Recordaron la lluvia que hizo brotar las alas de ella, su bautismo de gárgola en la azotea de su casa de Aranjuez. Ella confesó, como otras veces, que siempre había sentido que le faltaba algo. Desde entonces, sólo el viejo dragón la llamaba Lucía, nombre humano de la luz, pero ella se hacía llamar Eclipse, porque la luz la había cegado en su vida anterior y sus enormes alas negras taparon la luz del mediodía muchas veces cuando volaba.

El dragón no dejaba de oler el aire con su lengua mientras Lucía comía sólo las manzanas no sospechosas de contener la gota. Una vez saciada, el calor de su cuerpo se concentró en su estómago y quiso descansar. Durmieron uno junto al otro a la sombra de uno de los arbolitos. Eclipse soñaba con manzanas rojas cuando Arlanzón olió una pequeña gota prendida en una de las plumas de su amiga, le había caído de una rama.

El Rey de la calle llegó a la puerta del bar donde solía tomar su café de la tarde. Leería un periódico digital en el que buscaría las crónicas más actuales de su amiga con alas. En la cabecera de la sección de ciencias decía:
    “De nuevo, se ha perdido el sol de mediodía, esta vez en la ciudad de Srebrenica”. Era 11 de julio de 2095. Arlanzón pensó que ahora la ciudad veía mejor.

domingo, 27 de enero de 2013

CUENTO DE GÁRGOLAS II




Lucía fue la última expósita de la iglesia de la Obra Pía de Niños Expósitos de Burgos. Fue bautizada en el convento de las Salesas, sin gárgolas, para posteriormente ser trasladada a un hospicio municipal en Madrid. En fin, no tenía más remedio que sentirse más huérfana que nadie. Con 48 años decidió buscarse a sí misma y empezó por Burgos. Si tenía raíces, debían estar allí. 

Así es como se topó con aquella situación: una mujer sin ningún horizonte voluntario, sin brújula o, mejor dicho, cuya brújula no conocía el norte, conoció a Arlanzón, perro sarnoso, gárgola mal querida, a la que se maltrataba con gusto. Un espíritu con forma de perro infiel adherido a una dama de piedra, boba y triste, en la terraza de la catedral que da al castillo en ruinas.


¡Estaba perpleja! Con sólo un vistazo intuyó el problema, pero no hubo más que hablar, el insidioso cura desdobló un pliego que sacó del bolsillo interno de la sotana:

                _ Todo suyo, nadie lo echará en falta. Lo sustituiremos por una gárgola más bonita. Está todo hablado. Tenemos autorización de la dama de la cornisa.

El sacerdote propinó una patada al costado rocoso del engendro que rió con desprecio antes de soltar un último estertor, sólo para provocar.

Vivir junto a aquella dama era bochornoso la mayor parte del tiempo, después de casi 100 años, sólo Arlanzón, feo y triste, podía soportar aquello. Los malos tratos y el rechazo habían definido su autoestima y era capaz de aguantar cualquier situación con indiferencia.

En los cuadernos de registro arquitectónico de Burgos constaba que Arlanzón había sido un regalo de un duque venido a menos a la Iglesia de las Salesas Reales, pero las monjas que iban a habitarla, no quisieron adornar su preciosa fachada con aquella monstruosidad, y se reutilizó para sustituir a la gárgola de la dama de la cornisa, recién fugada con el grifo de una plaza que ahora ya no tenía más que una fuente con un chorro miserable que nadie miraba. 

En el siglo XIX, Juan Bautista Lázaro inició el diseño de la iglesia de las Salesas de Burgos. La noticia se extendió por la ribera del Arlanzón como la propia agua del río. Por entonces, el Ducado de K ya no era conocido por nadie, salvo por la propia familia que ostentaba el nombre. El Duque de K, un infeliz anticuado, estaba enfermo por unas fiebres misteriosas que contrajo en los Baños de Arlanzón. El pobre viejo sólo deseaba ser enterrado en el Monasterio de las Huelgas, a causa de la enfermedad creía vivir en la época de Berenguela I de Castilla, y, para ocupar en muerte el lugar que su estandarte merecía, decidió encargar la escultura para la nueva iglesia. 

Mientras diseñaba al perro, el artista repasaba la reproducción de un bestiario del siglo XVII, en concreto se deleitaba con la figura de un híbrido con cabeza de lagarto y cuerpo de cánido, que hoy reconocemos como un varano de Komodo. ¡Y maldita la fortuna y la imaginación juvenil de aquel escultor! Arlanzón nació con cuerpo de hombre arrodillado y el aliento apestoso y mortal de la cabeza de un dragón desmitificado. 

sábado, 19 de enero de 2013

NUESTRO DIOS ES MAGNETISMO


Play: Summertime. Ella Fitzgerald y Louis Armstrong


Necesito que amanezca,
en mis oídos suena esta música emocionante
y sólo tiene sentido si hay luz.
Ando harta de esta oscuridad
y las decisiones no bastan.

Al final sólo existe espera,
esperar que amanezca,
que me dejen ir,
que vengan en mi busca
que la idea surja.

Necesito que amanezca,
entonces este viaje acabará
y nuestro dios será sólo magnetismo
una fuerza más que nos une,
necesito ver amanecer desde otra estrella.

Nuestro dios es magnetismo
y todo lo acaba
¿Por qué no esto que ahora nos une a la especie
y que nos separa de la verdad?
¿Por qué no amanece?

Todo el mundo sabe
que mi vida no es nocturna,
que llegué cuando el sol era más grande,
sin embargo no amanece
a pesar de mis ruegos al calor.

Nuestro dios es magnetismo,
el cosmos lo grita con su entonación astral.
Le miré a los ojos desde otra estrella
y no me dijo nada, no retó a mi poder
como los antiguos lo harían
          ¡Y tan humano es como aquellos!

Pero sólo existe en magnetismo,
sólo es poder sin voluntad.

Nuestro dios es magnetismo
y aún así nos alejamos.

Necesito que amanezca
porque la sintonía del sol
asegura que no existe ese hombre
como el hombre dicta
que no existieron los antiguos.

El calor que la tierra recoge
demuestra que nuestro dios es magnetismo.

Mientras el universo transcurre en movimiento
nosotros nos alejamos por la contradicción
de los principios en que basamos nuestra existencia.
Pero lo cierto es que nuestro dios es magnetismo
y tú te obsesionas en las fuerzas contrapuestas.

Necesito que amanezca
para ver el funcionamiento del cosmos
y sentir la fuerza de la estrella que nos guía
para entender la maquinaria magnética
que dio lugar al universo.