Eres justo así, tan ajeno que
haces más difícil el lunes por la mañana. Pero no hay pena, la semana
transcurre con la inercia del domingo a mediodía, tan caliente, tan sabroso.
Mi piel ya no es blanda, huele a
escamas de piedra cortante. Una noche, las manos me convirtieron en lagarto
inmóvil y la sangre que me sonrosaba se heló por pura ambición. ¿Y quién diría
que esta dureza de estatua ajena sería tan buena?
Me dices “mi luna” y yo soy un
cráter helado que necesita el calor que provocas. Y así da gusto, buscar el
frío y la recompensa. Ya no se escapa nada entre la piel y la pluma
petrificada.
Fragmento del poema de Poe "El cuervo" |
Hoy parece que todo se aleja de mí y por eso pierdo el contorno, me ilimito. Todos se vuelven extraños e incómodos. La vida sigue y yo no soy un material afectado por ella, mi sustancia se le escapa.
Sólo El Perro sabe lo que digo, los otros no perciben el cambio de polaridad que sufren, supongo que él y yo nunca fuimos de este mundo.
¿Dónde está El Sabueso con quien puedo andar sobre los tejados?
Los cuerpos al final son como piezas de puzle, se continúan y se acaban unos a otros porque el espacio es limitado y necesitamos una razón para compartirlo. Ahora mi razón está lejos y mi contorno ya no se limita, se difumina y no hay suficiente sitio en el espacio para mí, la física no consigue explicarme. Mis plumas se vuelven vapor y ya no cortan.