Entradilla

Alas, plumas, fantasía, ganas de volar y de volver a mi planeta...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

EL SUELO

Play:  Dick Dale. Riders in the sky.




Era una foto cómoda, sin conflicto. Ni siquiera guardaba la complejidad de una pose forzada, con planificación geométrica y proporcionalidad en el enfoque. Más bien parecía sacada por accidente,, pero funcionaba, y por ello, la revista la seleccionó como portada para aquel número.

Una forma desenfocada bajo un titular que rezaba: ¿Tienes claros tus objetivos? Y, claro está, aquel almanaque parecía un manual de couching por entregas. Vamos que nadie habría dicho que aquella publicación proponía viajes exóticos y aventuras sin parangón en islas vírgenes y paraísos salvajes a buen precio. 

Según Damián iba leyendo cada artículo, iba imaginando sus vacaciones idílicas que aún estaban tan lejos. Puenting en Brooklyn, safaris en Madagascar, rutas gastronómicas por Asia, juegos de polo en las praderas de Mongolia.

Pero por ahora se tenía que conformar con pisar el sucio suelo de su barrio y acordarse cada día del antiguo alcalde, ministro de justicia que, un buen día decidió alicatarlo todo con esas baldosas baratas y miserables que habían empobrecido el vecindario. Y justo después, debía guardar un lugar especial en su corazón para la nueva alcaldesa que, con la indiferencia justificada por los recortes, prescindía con gusto de la limpieza de ese asqueroso pavimento heredado de color rosa pálido casi negro.

martes, 16 de septiembre de 2014

FRÁGIL


Play: Brenda Lee. The end of the world.


Si pudiera volar, habrían tenido que llamarle Hermes, pero, en vez de eso, fue a parar por obra del destino a un pueblo de Cuenca en el siglo XXI así que, Hermenegildo se tuvo que conformar con un andar ligero.

Era un muchacho de aspecto enjuto y su apariencia frágil y defensiva se fortalecía en su mente con un carácter inaccesible. Su inseguridad era proporcional a la inmensidad de su pensamiento. Una pena según su abuelo, que decía que el chico debía tener una gran vida interior inútil para la humanidad.

lunes, 15 de septiembre de 2014

ÁLVARO


Play:  The Shirelles. Mamma said.



Sacaba su libreta y, de repente, aparecía sin problemas el camarero de mayor rango del restaurante.

Ya podía estar escribiendo sobre el color de las nubes en un día de playa, que en un instante todos pensaban que Álvaro era un renombrado crítico gastronómico, y le atendían como a un rey.

En esos momentos lo que sentía era mitad triste, mitad agradable porque, justo unos minutos antes sólo había notado fría indiferencia de todo el personal. Antes de que sacara su libreta, oportunamente negra y con una cinta dorada que apuntaba la última hoja escrita, todos pensaban que era un simple sujeto que podría esperar su comida un siglo porque no tenía otro sitio a donde ir.

Entonces, sacaba su cuadernito, que sólo contenía algunos pensamientos que a lo mejor algún día podrían servir de algo, y adquiría la apariencia necesaria para hacerse dueño del garito y ser servido con disciplina y educación marcial.

Aunque no era mágico, ese bloc tenía poder.

jueves, 11 de septiembre de 2014

AUSENCIA





Ausencia era una mujer. Muchas personas habían intentado definirla, muchas veces, pero el resultado era siempre tan empalagoso e impersonal, que generaba vergüenza ajena y propia. De hecho, muchos papeles fueron repudiados y acabaron rotos junto a una papelera. Unos pocos, más atinados, caían dentro, pero era más por la intención del ofuscado escritor  que por la casualidad.

En definitiva, como íbamos diciendo, Ausencia era una mujer y, como tal persona, hacía cosas, y casi siempre las hacía bien, pero sin generar admiración, no como esas que subliman el buen hacer en la ejecución y en el resultado porque, como se dice, el que las hace es como un reloj suizo.

De todos modos, tampoco hacía falta exactitud, porque Ausencia se dedicaba a definir variables y éstas a veces eran positivas y otras negativas, como todo en la vida.

A lo que íbamos, Ausencia no podía decir que tuviera ese algo que tenían otros, ese margen que nadie nota cuando eres especial porque todos creen que das todo lo que eres, sin reservar nada.

Pero sí que hay que indicar que Ausencia, mujer, era. Y probablemente era como todas las demás, pero con diferencias, porque el resto de las mujeres podían diferenciarse de ella, eso sin seguro.

Y como Ausencia era, podía ser como quisiera, y a veces era grande y otras pequeña. Había definido su propia variable, la cual la llevaba algunos días a saltar desde los rascacielos para probar que caía de pie. Otros días se ponía un antifaz y su bikini deportivo y ajusticiaba a algún bandido. O atravesaba muros o surcaba los cielos con o sin ala delta.

Lo que nunca sería es invisible, no se le pasaba por la cabeza,, porque Ausencia, ser, era.

Arrojaba rocas como titanes para imitar a los cometas, reflotaba barcos, volaba hasta Los Ángeles, California, y cogía pasajeros de vuelta a casa. Refugiaba animales abandonados y tomaba pepinillos en vinagre para no engordar con los aperitivos.

A estas alturas ya podrán entender que Ausencia, como mujer que era, era en sí una variable de difícil definición, pero estaba afectada por el tiempo, como todos. Y un día Ausencia moriría, nadie sabe cómo, por supuesto, pero todo lo que es deja de ser.


Así que, como diría un filósofo, Ausencia era una mujer mortal, pero no toda mujer mortal era Ausencia.

jueves, 4 de septiembre de 2014

LA DESPROPORCIÓN DE ANAÍS






A simple vista ella era bastante normal, pero en un vistazo un poco más detenido, resultaba patente que en la posición de su torso fallaba algo. ¿O era el inicio alto de sus piernas? No se sabía, pero la proporción resultaba incómoda al humano menos obsesivo de este universo. 

Y tal vez el mérito simplemente era de su mal gusto al vestir, porque aquellos pantalones que usaba dejaban su cinturón peligrosamente cerca del cuello de la camisa. O incluso podía deberse a que caminaba como un gato atropellado, con la pelvis hacia adelante.

En fin, respetando el misterio, el secreto del origen de su estructura, Anaís tenía otra desproporción que no era baladí para el departamento, de hecho podía alarmar a cualquiera que no estuviera habituado al personal de rango medio en la Corporación Eleyo: siempre repetía, asintiendo con discreción y afección la última palabra del otro que tuviera una conversación con ella.

Seguro que esto es familiar como estrategia para no tener que atender al 100% de una conversación, pero es que ella creía que así no se notaba que no entendía ni una palabra de lo que se hablaba. ¿Y cómo lo sé yo? Diréis. Porque Anaís no decía nada más, y en una reunión de varias personas se contradecía tantas veces que daba miedo.

Por ejemplo, recreemos una hipotética reunión simplificando el objeto, pero clavando la estructura:

Sujeto A (de Anaís): Hola, soy Anaís y os he convocado a esta reunión para determinar el color de esta mesa verde. (Ojo, hay que decidir sobre algo que no es discutible, pero por si acaso...)

Sujeto CH (de Cualquier Humano): Hola, Anaís, soy CH y yo diría que la mesa es verde.

Sujeto A:  Claro, claro, si. Verde. (Aquí Anaís necesita tomar notas, por si acaso...)

Sujeto J (de un jefe): Pues yo digo que es verde pero con algo de amarillo. (Este jefe aporta, claro, por eso está convocado. Nadie se percataría de que el verde se hace con un poco de amarillo).

Sujeto A: Claro, claro, por supuesto es amarilla. (No mira a los asistentes porque lo está anotando, no se le vaya a escapar algo y luego no pueda mirarlo en Google. Y además, por si acaso...)

Sujeto J: No, no, amarillo no, verde pero con un poco de amarillo...

Sujeto A:  ¡Ah! ¡Si, claro! La mesa es de color amarillo... (Añade así, de su original cabeza, la palabra de refuerzo "color". Por si acaso...)

Sujeto CH: Sin palabras. A lo mejor hasta orgulloso de que un jefe le dé la razón.

Sujeto J: Bueno eso, mándanos a todos un correo resumen de lo que hemos hablado para que podamos corregirlo.

Sujeto A: Claro, claro, un correo... Sujeto M escribirá el correo y os lo mandamos esta tarde. ¿Vale M? (Lo mandará M con copia a Anaís y ella pensará que todos creen que lo ha revisado antes, pero lo cierto es que no lo hará porque no ha sacado ninguna conclusión. ¡Bendito mundo virtual!)

Sujeto M (de mierdecilla o de mismamente yo): Vale. Sólo una pregunta, por no hacer perder tiempo a nadie, como soy un mierdecilla no me entero. ¿Para qué hacía falta una reunión sobre el color de esta mesa verde amarillenta?

Anaís se alarma, pero no por la salida de tono de M, sino porque ahora no podrá disimular que no lo sabe y que no se ha enterado del todo del color... Pero bueno, siempre está el truco del mundo virtual de nuevo:

Sujeto A: Sí, no hagas perder el tiempo...






miércoles, 3 de septiembre de 2014

EL TÚNEL DEL TIEMPO




Este señor contaba que su parada era Atocha. Con los ojos como platos se empeñaba en ello y yo, como personal de seguridad de la estación debía tranquilizarle para mantener la paz en el vagón.

_ Yo me bajaba en la siguiente, en Atocha. Salgo ahora de clase. He estado hasta tarde en la biblio preparando los exámenes. Me he subido en Sol y mi siguiente parada, en la que iba a bajarme, era Atocha, a dos minutos de Sol.

El anciano insistía, pero lo cierto es que estábamos en Chamartín.


martes, 2 de septiembre de 2014

LA FELICIDAD




Estaba tan angustiado que le pareció que practicar una de sus compulsiones le ayudaría. Tal como hizo el primer matemático que, obsesionado con los conjuntos, cogió una manzana, la puso en la mesa junto a otra y sumó dos manzanas.

La satisfacción de poder dar una regla general le cegó el tiempo suficiente para olvidar que lo que buscaba en realidad era la felicidad.