Todo el mundo tiene historias falsas como todo lo que nos adorna. Pero hay adornos que vivimos como el único lujo que nos merecemos y, entonces llega alguien y te dice que no es oro de verdad…
Play: Since I don't have you. Guns n'Roses
Cuando nací todos miraron mis ojos rosas como las flores de las mujeres fuertes. Con esta cualidad todos creían que mi mundo debía ser perfecto, angelicalmente armonioso. Todo falso. Mi corazón no sonaba como un tambor normal, era la batería de un concierto de Guns n’Roses.
Todos nos sentimos especiales
hasta que aparece más gente, entonces sólo somos extraños. Yo quería ser
especial, pero nunca pude estar sola. Fui una niña triste con sonrisa sencilla
que no incomodaba a nadie porque siempre fui una extraña en el mundo.
Cumplí los veinte, me puse unas
gafas de sol y mi corazón hizo un solo histórico que recordarían las estrellas
por siglos. Me asomé a la ventana de una torre y grité tan fuerte que
desaparecieron todos a mi alrededor salvo dos cisnes negros en el estanque del
parque.
Durante siete años fui feliz.
Todo era desnudo y natural. Entonces, mi corazón entonó Since I don’t have you. Había ya nueve cisnes negros en el lago y,
al alzar el vuelo, cubrieron el parque. Con esa canción en el ritmo cardíaco y
un cielo negro, me vino un nuevo paso a los pies.
Después de un año andando bajo
mis aves, todo olía a mejillones vivos y frescos. Se podía oír suspiros de
placer al ritmo de las olas y mi corazón flotaba como en una balada. Me hice a
la mar vestida de azul y blanco. La cola de mi vestido cubría la barca y caía
al mar donde los mejillones apasionados hicieron un nido y suspiraban cada
noche. Pronto fueron tantos que mi mar se volvió negro.
Un día, al pasar junto a una
estela de agua, mi corazón me miró y volvió a tocar aquélla canción. Al final
de la estela había un hombre que, para mis ojos rosas, no podía ser si no un
dios conectado al mundo. Dejé mi barca y mi vestido y caminé sobre aquel ónice
líquido.
A mitad del camino a la playa, un
pájaro verde muy pequeño se metió en mis ojos. Volaba a favor del viento y no
pudo maniobrar a tiempo para evitarme. Una lágrima rosa me empañó la vista y
temí perder mi color de nacimiento. Tuve que decidir si dejar que cayera la
gota o seguir observando a mi dios al final de la estela negra, porque él sólo
existiría mientras yo le observara.
Caminaba a ciegas y pensaba que
aquel superhéroe no podía desvanecerse y que, cuando supiera la historia del
pájaro verde, entendería mi decisión. Mi corazón improvisaba pero podía
reconocerse Since I don’t have you y
el leve pajarillo, prendido a mis pestañas, cantaba para que no se fuera mi
dios porque se sentía culpable de mi ceguera.
Una hora tardé en pisar la playa
y una hora el pequeño verde en desenredarse, y una hora sólo en que mis ojos se
secaran. Cuando pude ver al hombre quise oler su cuello y le abracé, pero no
olía a nada, era mármol negro e indiferente y sus brazos abiertos de héroe
derrotando a las olas, no tenían ningún poder sobre nada. Quizá si mis ojos no
hubieran estado empañados lo habría visto como era en realidad antes de
encaramarme a su torso frío, antes de volverme extraña de nuevo.
Volví a mi mar de ónice e hice
regresar a mis nueve cisnes negros, a mi mundo negro y rosa con mi solo de
batería que suena a guerra en el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario