La felicidad es una ficción. No hay norma capaz de evaluar la moral de la ignorancia que nos aliena de esa forma positiva. No es que todo sea verde y abundante, es que, a falta de lluvia y crecimiento, los almendros y la primavera deberán ser suficientes, y el cerebro, por efecto de lo estético e inútil, se vuelve panorámico y limita su percepción al paisaje inmediato quitando posibilidades a la fortuna.
No obstante, que ser feliz sea un acto egoísta de supervivencia, no exime. Somos muchos y todos igual de limitados.
Una brisa empujó la ventana que se abrió bruscamente derramando gotas de cristal por toda la habitación. Lucía, que miraba el viento con el anhelo del tiempo pasado, desplegó sus enormes alas de plumas negras y, profiriendo un grito rocoso, de aquellos que la hicieron famosa en su origen lejano, saltó al vacío y, simplemente, se dejó llevar.
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Alas, plumas, fantasía, ganas de volar y de volver a mi planeta...
domingo, 28 de abril de 2013
UN HOGAR
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