Play: Louis Armstrong y Ella Fitzgerald. Let's Call The Whole Thing Off
A la puesta de sol,
volvió a salir otro nuevo. Todos estábamos sorprendidos. Llevábamos
así dos noches sin noche. ¿Dónde estaba la Luna? Y, más
importante ¿de dónde había salido ese otro sol?
Científicos y filósofos
se aventuraron a dar respuestas y ofrecer nuevas teorías y
seguridades, calmando sólo a los más positivos de la sociedad.
Otros, en cambio, que
apreciaban su descanso como lo único que merecía la pena en el día,
desesperaron y pidieron responsabilidades y soluciones fácticas como
persianas subvencionadas o antifaces potentes accesibles para todos.
Los meteorólogos,
intentando afinar sus predicciones, vaticinaban sol de día y noche
soleada con intervalos nubosos de intensidad leve.
El ejército quería
lanzar cohetes destructivos. Los astrónomos querían buscar la luna,
y una proveniencia razonable para el nuevo astro que podía
desplazarse y había elegido nuestro planeta, precisamente.
Unos físicos hablaban de
superposición teórica espacio/temporal. Otros, agradecidos por la
oportunidad que les brindaba el acontecimiento, revisaban con
impaciencia la teoría de la relatividad.
Los rubios de playa
parecían más morenos que nunca y hacían noche a la orilla del mar
con su factor de protección +50 y sus gafas ahumadas puestas todo el
tiempo.
Los deportistas
multiplicaron sus energías, como los ecologistas, contentos de
aprovechar que el gobierno no hubiera subido aún los impuestos a las
energías renovables. De hecho, las iglesias comenzaron a instalar
paneles solares para tañer las campanas en las horas de madrugada.
Lo peor de todo, todos
tenían consenso en ello, eran los niños. Nadie era capaz de
acostarlos a su hora. Así que los colegios empezaron a plantearse
abrir más tarde, pero eso no era una opción. Las empresas nunca se
adaptarían a la nueva situación, así que, hubo que ignorar la bola
de fuego nocturna que relucía inmensa sobre el mundo.
Podríamos inventarnos
que un día, o noche, la estrella desapareció y punto. Tendría
sentido en un micro relato como este. Y como podemos inventarlo todo,
pues lo decimos y ya está.
Una madrugada, o mañana,
o tarde, el viejo sol se puso y apareció la luna de nuevo. Todo
volvió a la normalidad, aunque muchos seguimos dudando si volverá a
aparecer y, lo más importante, si el sol que ha quedado es realmente
el mismo que teníamos o ha sido suplantado.
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