Entradilla

Alas, plumas, fantasía, ganas de volar y de volver a mi planeta...

jueves, 21 de agosto de 2014

LA PUESTA DE SOL


Play: Louis Armstrong y Ella Fitzgerald. Let's Call The Whole Thing Off



A la puesta de sol, volvió a salir otro nuevo. Todos estábamos sorprendidos. Llevábamos así dos noches sin noche. ¿Dónde estaba la Luna? Y, más importante ¿de dónde había salido ese otro sol?
Científicos y filósofos se aventuraron a dar respuestas y ofrecer nuevas teorías y seguridades, calmando sólo a los más positivos de la sociedad.

Otros, en cambio, que apreciaban su descanso como lo único que merecía la pena en el día, desesperaron y pidieron responsabilidades y soluciones fácticas como persianas subvencionadas o antifaces potentes accesibles para todos.

Los meteorólogos, intentando afinar sus predicciones, vaticinaban sol de día y noche soleada con intervalos nubosos de intensidad leve.

El ejército quería lanzar cohetes destructivos. Los astrónomos querían buscar la luna, y una proveniencia razonable para el nuevo astro que podía desplazarse y había elegido nuestro planeta, precisamente.

Unos físicos hablaban de superposición teórica espacio/temporal. Otros, agradecidos por la oportunidad que les brindaba el acontecimiento, revisaban con impaciencia la teoría de la relatividad.

Los rubios de playa parecían más morenos que nunca y hacían noche a la orilla del mar con su factor de protección +50 y sus gafas ahumadas puestas todo el tiempo.

Los deportistas multiplicaron sus energías, como los ecologistas, contentos de aprovechar que el gobierno no hubiera subido aún los impuestos a las energías renovables. De hecho, las iglesias comenzaron a instalar paneles solares para tañer las campanas en las horas de madrugada.

Lo peor de todo, todos tenían consenso en ello, eran los niños. Nadie era capaz de acostarlos a su hora. Así que los colegios empezaron a plantearse abrir más tarde, pero eso no era una opción. Las empresas nunca se adaptarían a la nueva situación, así que, hubo que ignorar la bola de fuego nocturna que relucía inmensa sobre el mundo.

Podríamos inventarnos que un día, o noche, la estrella desapareció y punto. Tendría sentido en un micro relato como este. Y como podemos inventarlo todo, pues lo decimos y ya está.


Una madrugada, o mañana, o tarde, el viejo sol se puso y apareció la luna de nuevo. Todo volvió a la normalidad, aunque muchos seguimos dudando si volverá a aparecer y, lo más importante, si el sol que ha quedado es realmente el mismo que teníamos o ha sido suplantado.  

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