Ausencia era una mujer. Muchas personas habían intentado
definirla, muchas veces, pero el resultado era siempre tan empalagoso e
impersonal, que generaba vergüenza ajena y propia. De hecho, muchos papeles
fueron repudiados y acabaron rotos junto a una papelera. Unos pocos, más
atinados, caían dentro, pero era más por la intención del ofuscado
escritor que por la casualidad.
En definitiva, como íbamos diciendo, Ausencia era una mujer
y, como tal persona, hacía cosas, y casi siempre las hacía bien, pero sin
generar admiración, no como esas que subliman el buen hacer en la ejecución y
en el resultado porque, como se dice, el que las hace es como un reloj suizo.
De todos modos, tampoco hacía falta exactitud, porque
Ausencia se dedicaba a definir variables y éstas a veces eran positivas y otras
negativas, como todo en la vida.
A lo que íbamos, Ausencia no podía decir que tuviera ese
algo que tenían otros, ese margen que nadie nota cuando eres especial porque
todos creen que das todo lo que eres, sin reservar nada.
Pero sí que hay que indicar que Ausencia, mujer, era. Y
probablemente era como todas las demás, pero con diferencias, porque el resto
de las mujeres podían diferenciarse de ella, eso sin seguro.
Y como Ausencia era, podía ser como quisiera, y a veces era
grande y otras pequeña. Había definido su propia variable, la cual la llevaba
algunos días a saltar desde los rascacielos para probar que caía de pie. Otros
días se ponía un antifaz y su bikini deportivo y ajusticiaba a algún bandido. O
atravesaba muros o surcaba los cielos con o sin ala delta.
Lo que nunca sería es invisible, no se le pasaba por la
cabeza,, porque Ausencia, ser, era.
Arrojaba rocas como titanes para imitar a los cometas,
reflotaba barcos, volaba hasta Los Ángeles, California, y cogía pasajeros de
vuelta a casa. Refugiaba animales abandonados y tomaba pepinillos en vinagre
para no engordar con los aperitivos.
A estas alturas ya podrán entender que Ausencia, como mujer
que era, era en sí una variable de difícil definición, pero estaba afectada por
el tiempo, como todos. Y un día Ausencia moriría, nadie sabe cómo, por
supuesto, pero todo lo que es deja de ser.
Así que, como diría un filósofo, Ausencia era una mujer
mortal, pero no toda mujer mortal era Ausencia.
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