Entradilla

Alas, plumas, fantasía, ganas de volar y de volver a mi planeta...

miércoles, 13 de enero de 2016

PRIMER LIBRO DE ECLIPSE. CUARTA TRANSICIÓN

“¿Cómo medir el tiempo?
Llegué con un gran sol
que ahora no encuentro.”
Así pensaba Eclipse
que se sentía culpable de  la oscuridad.
“Llegué con un gran sol
y dejé debajo de mí una sombra
con la forma de mis alas.
Los astros predijeron mi llegada
y me pusieron este nombre
que gritan los pájaros nocturnos.
Estos pájaros negros
me reprochan que este planeta
es aún pequeño para recibir mis alas abiertas.”
La noche era oscura,
la Tierra, recién nacida,
no conocía la fuerza de una luna.
Eclipse halló refugio para la noche.
Bajo la bóveda de sus alas,
tan herméticas en la oscuridad,
los oídos de la mujer aún sentían
la vibración de la música de ayer.
Sola entre el nuevo paisaje,
ya no percibía el pasar de Tiempo,
no reconocía la madurez de las frutas
en una tierra tan extraña.
Eclipse, desde su marcha La Fuerte,
la que al llegar tapó la luz,
se sentía débil e indefensa,
La de las Grandes Alas lloraba.
Las estrellas en ellas atrapadas
hacían recordar a la pequeña.
Lloraba las imágenes proyectadas
en la pantalla de plumas luminosas.
Las mismas plumas que unas horas antes
concentraban toda su capacidad
en robar calor al sol
que regentaba su destino.
“¿Es Eclipse la que derrama la vida
sobre esta tierra aún estéril?
De tu agua nacerá la primera flor
y de ella, la primera primavera.”
Una voz cálida se podía ver
y las notas que la representaban
caían a la arena junto al agua de Eclipse
abonando un pequeño brote amarillo.
La de las Grandes Alas
percibió estas palabras
a través del olor a azufre
que movía el aire nuevo.
“¿Es Volcán el que me regala su aliento
en esta noche triste que provoqué?
De esta pequeña erupción
será el calor que me permita seguir.”
Volcán, Guardián de todo lo que ha de morir,
conoció así a Eclipse,
Cuidadora de todo lo que ha de nacer,
antes de la vuelta de la luz.
Decidieron encontrarse.
“Respirar es algo nuevo para mí
vengo de una libertad sin aire
de un vacío repleto de horizonte
y entonces no entendía el porqué de mis pulmones.
Vengo de un espacio sin interferencias
de una oscuridad repleta de energía
y en mi viaje las estrellas encendidas
me reconocían y abrían paso”.
Así cantaba La Grande
y caminaba con impaciencia,
y respiraba con ansiedad,
y el deseo recorría sus alas.
“Siento un agua que se enfría
a causa del tiempo,
a causa del principio,
de las cosas que aquí existen.
Mi pecho se enfría esperando
la mano del que no se define
por una decisión tomada
a través de lo visible.”
Eclipse sentía esta nueva naturaleza,
que comenzaba a impregnarla.
Era Volcán que componía
la música complicada del amor.
“En este mundo de Pensamiento,
Eclipse encontrará debilidad.
No conoces que es un mundo sensible
y tu piel comienza a ablandarse.
Siente el tacto para hacerlo familiar,
nada existe aquí fuera del sentido
y nacerán dioses y diosas
para darle razón con palabras”.

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